[En un muro semiderruido de un pueblito, me he encontrado este encantador circuito en el que me gustaría creer que algún chaval se pasa las horas jugando, aparcando, haciendo stops y cediendo el paso a peatones imaginarios.
Contrasta con la imagen del día de Reyes en la que muchos niños se plantaban delante del supertelevisor de plasma con el superjuego de superalta tecnología, con el objetivo de escapar de cuantos más policías mejor en locas carreras dentro de la ciudad.
El ingenio de esos críos que con un poco de pintura transforman unas ruinas en una pista de coches "mano-dirigidos", es digno de reconocimiento.] La imagen es recogida de muxfin (flickr)
